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miércoles, 22 de abril de 2009

Estado del Estado

La organización social, el Estado, se crea por la sociedad, simplemente para que la vida sea más llevadera. Organiza las tareas para que con el mínimo esfuerzo tengamos mejor nivel de vida.
Se encarga el Estado de cubrir a los individuos contra la pobreza, la enfermedad y otros avatares que lo apartan del bienestar social, con el fin de perseguir éste.
Prepara a los jóvenes procurándoles educación para que participen en la organización social y en bien de ésta y de todos.
Inteligentemente se cambia en todos los ámbitos y ello revierte en que la sociedad sea cada día más evolucionada. Pero, ¿a dónde nos lleva la evolución? En nuestra organización social los IES y Universidad preparan jóvenes para las empresas y parece ser que únicamente interesa preparar individuos técnica o tecnológicamente, conocimientos sin cultura ni educación.
La preparación como ser social, ciudadano, persona se descuida intencionadamente.
¿Por qué denosta una parte de la sociedad, la Educación para la Ciudadanía sin conocerla, sin haberla leído? Pues porque la necesitan y, lo peor, no lo saben.
Este ejemplo de incultura es fruto de la actitud repetida en los años pasados de nuestros dirigentes sociales, que no nos inculcaron a ser, sino a tener, consumir y esto es una desviación de la evolución social, basada en los defectos humanos: egoísmo, envidia, pereza, avaricia, etcétera, promovidos por inteligentes, pero malvadas criaturas, que persiguen egoístamente su éxito personal a costa de la sociedad.
¿Cómo lo consiguen? Pues intoxicando y deseducando a esa sociedad, individuos, que deben avanzar inteligentemente dándoles sólo conocimientos técnicos para que sean rentables, ni una sola lección cultural, educativa de su propio ser social, humano.
Algunos, después, pretenden rellenar el vacío cultural con consignas como: la libertad individual, el mercado libre, igualdad de oportunidades. Frases y consignas sacadas de contexto que inducen a llevar caminos erróneos y a justificar situaciones y regímenes políticos infumables.
El arte de hacer política debe ser la forma de hacer feliz al pueblo. ¡Practíquenla coño! Y déjense de gilipolleces que no engañan a nadie.

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