(Pinche sobre el título para leer el artículo de D. Inaciu)
Me gustó su artículo del 23 de marzo "Nadie regala nada, afortunadamente" pero yo que soy un poco "de aquella manera" tengo que ponerle un pero, si usted lo permite, que imagino que si.
Me gustó su artículo del 23 de marzo "Nadie regala nada, afortunadamente" pero yo que soy un poco "de aquella manera" tengo que ponerle un pero, si usted lo permite, que imagino que si.
Cuando dice que ”La política también es un negocio. Pues claro que lo es. Afortunadamente” discrepo, porque cuando la política es un negocio, el negociante acaba creyendo que está en su empresa y ahí está el problema, que no es su empresa es la nuestra, por consiguiente, la política no debe ser un negocio, debe ser un trabajo, bien remunerado, con un empresario (si lo quiere ver Ud. bajo su prisma) que somos los votantes, no el partido, ni la oligarquía, ni su negocio particular. Por esta causa soy partidario de eliminar la Ley d’Hondt, una persona un voto y listas abiertas.
Evidentemente estoy con Ud. en que a los bancos, que venden créditos (como las zapaterías zapatos) y a los políticos (gestores de la sociedad y para ella) hay que exigirles no ya como al dependiente de la zapatería, sino más y punto; nada de agradecimientos, que más bien parecerán prebendas aún en forma de zapatos o pantalones.
Además, si mercantilizásemos las elecciones, eligiendo buenos “negociantes”, nos estaríamos yendo en política, al actual ámbito económico mundial, o sea que le facilitaríamos la tarea a la oligarquía mundial y esto acabaría siendo un planeta paraiso fiscal e infierno laboral. Creo que la política debe ser el freno a este desmán económico mundial, de ahí que no debamos mercantilizarla, sino socializarla en bien de toda la sociedad, no de una parte de ella.
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