Páginas

martes, 3 de septiembre de 2013

Sin condena judicial, también se debe dimitir

No es necesaria la condena judicial, para que un político dimita por un malvado hecho, una torticera actitud, o una negligencia. Más aún, si no dimite, deberíamos echarlo a patadas, sin más.
¿Cómo van a representarnos y ordenar recortes, quienes actúan ilegalmente en grupo político o personalmente?

No es el pueblo el torpe o malvado sino sus representantes, que más que tales, son esbirros de otros intereses no populares, sino particulares, privados, que se superponen a los intereses públicos, de todos; en perjuicio de una mayoría y en favor de una poderosa, económicamente hablando, minoría.

Esta es la actitud política de los grupos mayoritarios estatales y autonómicos. Y no permite que la democracia sea, se ejerza, exista. Es decir, los propios pseudorepresentantes populares son la barrera, la rémora, para practicar la democracia real. Tenemos solamente una plutocracia: Preponderancia de los ricos en el gobierno del Estado. 

Esta confusión quizás es la que no nos deja sublevarnos contra esta estafa económica y esta crisis social

No hay comentarios:

Publicar un comentario