El negro no es ese señor que vende discos, bolsos y cinturones, es el dinero que no tributa, el mal nacional junto con la envidia y la codicia, tampoco es ese señor que salta la valla de Melilla o Ceuta o el que está infectado de ébola, el negro es ese dinero que disfrutan de forma asquerosa cuatro a costa de todos nosotros.
Ese navegar en negro que maneja el PP con tanta soltura, que hasta se les cuela el niño Nicolás y no se enteran porque no miran al negro, el negro no se ve.
Este no mirar al negro es costumbre insana de la dictadura franquista, donde estaba mal visto denunciar y no se podría ser acusica, del estraperlista que se enriquecía por el desabastecimiento y la miseria popular. Muy al contrario, era casi un héroe un rico héroe con el paso del tiempo.
De ahí que los gobernantes de aquella desgraciada época estuvieran educados para no mirar al negro y sus hijos y nietos hacen lo mismo y, claro está, de aquellos polvos estos lodos.
El negro no se ve, Hacienda no lo ve, pero detecta con extrema rapidez y eficacia cuando un autónomo olvida presentar un modelo tributario aunque no sea a ingresar y no haya ocasionado perjuicio a la Administración Pública: Multa de 150 €.(AEAT: Agencia Estúpida de Administración Tributaria)
Es tan evidente el negro que lo vemos todos, excepto la casta educada para ello, son dos generaciones de adoctrinamiento sobre el negro y, claro, con resultados altamente eficaces: Así Acebes, el angelito, no lo vio ni Cospedal, ni Soraya, ni Rajoy, es que ni Bárcenas lo vio. Se hacen tarjetas negras y lógicamente no se ven, hasta que se explotan.
Tal es el estado de daltonismo ante el negro que la población no lo ve y factura en negro, cobra en negro y paga en negro, en negro se financian los partidos y con el negro se viaja a los paraísos fiscales.
Hemos de ir al oculista, este daltonismo con el negro es preocupante y perjudica seriamente la marca España.
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