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domingo, 11 de mayo de 2025

Deseducación

   Tenemos un enquistado problema en la cúpula de los partidos políticos y en la educación social general.

    En los partidos políticos porque sus élites se creen los dueños de los votos que reciben irracionalmente, cada cuatro años, de una población nada cultivada políticamente, ignorante en fin, de lo que es la democracia y cómo se practica y funciona.

   Es decir, el abuso del uso de la democracia representativa, utilizada desde los partidos de forma torticera y una deseducada población en política, fácilmente manejable por aquellos. Este es el grave problema dual.

   Es difícil salir de ambos problemas porque están relacionados y se complementan. Además así se han diseñando, para esa complementariedad, desde hace décadas.

   Años de control de los medios de comunicación, que dejaron de ser tales, para ser la voz de sus amos y porque no entendemos desde la sociedad, que si el medio de comunicación no es público o no se sostiene con las cuotas de sus clientes (lectores, oyentes, televidentes) está dependiendo de un dueño que lo va a dirigir hacia su interés personal y privado, aún a sabiendas que va en contra del resto de la sociedad, como vienen haciendo desde hace años.

   Perversiones educacionales y políticas donde hay que desaprender:

   Lo privado no es mejor que lo público, por la sencilla razón económica que lo privado requiere separar un porcentaje de los ingresos para beneficio de los propietarios y en lo público no. Ese beneficio, en lo público, se presta en producto o servicio  más barato al usuario. Hasta tal punto que, por ejemplo, la sanidad española (Pública) es mucho más eficaz y eficiente que la estadounidense (Privada) y además es muchísimo más barata.

   Además porque lo privado siempre defiende intereses de la minoría propietaria y lo público defiende los intereses generales.

    La empresa no ha de perseguir el máximo beneficio. En economía una empresa es una organización para la producción de bienes o servicios que han de satisfacer las necesidades humanas de la población. No una organización para hacer ricos a sus dueños, que es como se concibe hoy día.

   La economía no debe perseguir el crecimiento constante, únicamente debe dedicarse a satisfacer las necesidades humanas y si para ello, por las circunstancias temporales, hay que decrecer, pues eso debe hacerse: Decrecer.

   La actitud propia socialmente hablando es la cooperación y la colaboración nunca la competencia o competición.  Ésta está justificada en los deportes, pero no socialmente; la actitud en sociedad es la colaboración, dado que somos los humanos seres eminentemente sociales, cooperar y colaborar es lo suyo, nunca competir ¿Por qué habríamos de competir unos contra otros? 

   Bien, pues siempre nos educan para competir, para ser el primero, para ser más que el vecino, para tener el coche más grande y potente. Con semejantes tonterías no llegamos mas que a tropelías propias de descerebrados animales compitiendo como si estuviéramos en la selva, cuando vivimos, se supone, en una civilizada sociedad.

   El dinero no es un símbolo de riqueza, es únicamente un medio de pago. La acumulación de dinero es otra malvada perversión que desvirtúa lo que es la economía, confundiéndola con crematística.

   No podemos ser todos ricos, esto es una quimera. La utopía es ser todos más felices 

   Creo que si no lo hemos aprendido, lo aprenderemos en breve: La energía, en manos de empresas privadas es y será muy cara, únicamente por el beneficio exagerado de sus propietarios, consecuentemente para ser sostenible debe ser pública.

   Esos propietarios a los que los políticos del PP y PSOE vendieron esas empresas del sector energético, que eran públicas, de la misma forma que vendieron la banca pública a bancos privados para mayor beneficio de sus propietarios y en contra de los intereses generales de la sociedad.

   En fin, que tenemos tanto que desaprender para ver si alcanzamos a ver lo que está por venir, que vendrá en breve, a pesar de que el capitalismo salvaje siga retorciéndose convulsivamente para su inútil defensa.

   

 

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