Son dos certezas para los vivos pobres, para los vivos ricos solo la primera.
"Cada vez que pretendan venderles una reforma
fiscal -la enésima- con la cantinela de que los ricos deben pagar más
para que los pobres reciban lo suyo, desconfíen" (Esto publicaba Inaciu Iglesias en El Comercio del día 5 de octubre de 2022)
Y pregunto yo, ¿por qué? Pues hay que desconfiar de un enunciado que no está bien planteado, debería decir: Cada vez que pretendan venderles una reforma fiscal -la enésimo primera- con la cantinela de que a los ricos no se les deben tocar los pocos impuestos que pagan porque sino se irán a guaridas fiscales, desconfíen.
Desconfíen porque no es que los ricos deban pagar más para que los pobres reciban lo suyo, esto no es cierto; es porque los ricos eluden el pago de impuestos con más facilidad que los pobres, tienen auténticos ingenieros fiscales a su servicio y porque a través de las malvadas y torticeras puertas giratorias la legislación les beneficia mucho más que a los pobres.
Cree usted que un autónomo, por ejemplo, un carnicero, podría vender la carne de pollo, de conejo al precio de la carne de ternera de primera. No, ¿verdad? vende cada tipo de carne al precio que corresponde, pues eso hacen las compañías eléctricas con el kilowatio que producen, por ejemplo la hidráulica o solar (muy baratas) al precio del gas más caro. Por qué se hace esto, pues porque los legisladores han tenido en cuenta la presión de estas grandes compañías y legislaron este malvado latrocinio, en contra de todos nosotros y nuestro gobierno no se atreve a acabar con ese oligopolio desfalcador.
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