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sábado, 4 de mayo de 2024

La patronal, sin saberlo, clama por el cooperativismo

   Parece ilógico a simple vista,  lo que piden los sindicatos: Más salario y menos tiempo de trabajo. Y se critica, creo yo, que  demasiado ligeramente.

La empresa no se puede plantear como una lucha, sino una cooperación

   La mayoría planteamos la relación empresario trabajador, erróneamente, como antagónicas, cuando realmente son colaborativas y uno sin el otro imposible.

   La cuestión es de reparto. La empresa es un órgano productivo de bienes o servicios, para el resto de personas que habitan en sociedad y en el sistema económico que habitamos, produce unos beneficios, que los empresarios cobran por su tiempo, gestión y conocimientos y el trabajador también, les diferencia la propiedad de los bienes de producción.

   Esta diferencia desde hace 50 años a producido enormes ventajas a los empresarios a costa de la remuneración no percibida por los trabajadores; dicho de otra forma, el beneficio empresarial remunera más la propiedad del capital que el trabajo y conocimientos aportados.

   Este irregular e injusto reparto hace que aparezca sistémicamente la desigualdad social.

   Por otra parte la evolución tecnológica y científica en todos los ámbitos de la vida permitió elevar la productividad empresarial, en esos 50 últimos años, de forma evidente y muy elevada, y dichos avances fueron exclusivamente a la remuneración de la propiedad, sin tener en cuenta que se pudo y puede ganar lo mismo con menos tiempo de trabajo, debido a aquellos avances. De ahí que no resulte tan impropia la doble reivindicación  sindical inicial.

   Sorprende la Vicepresidenta y Ministra de Trabajo indicando que los trabajadores deben formar parte del Consejo de Administración de las empresas, cuestión copiada de los países nórdicos europeos, donde ya es así y además es del todo lógico porque si la empresa está incardinada en una sociedad democrática, ésta, la democracia, debe formar parte de su organigrama y dirección, como lo forma en la sociedad.

 La empresa ha de formar parte de la sociedad democrática

   En el diálogo social que debería haber, se precisa una democrática actitud, entender que la empresa es una organización productiva, que ha de atender a toda la sociedad en la que está incardinada.

   La empresa no se puede implementar en contra de nadie, sino a favor de todos. Y por la necesidad que tienen del resto cada uno de sus componentes ¿Cómo entender la empresa sin clientes, sin proveedores o sin trabajadores o sin empresario o dirección? debe ser de forma colaborativa, como lo es la vida en sociedad, no competitiva, esto es una perversión del sistema económico.

   Así, bien entendida no cabe que la empresa atente contra los intereses de cualquiera de sus componentes y de esta forma la concertación social sería posible y positiva.

   Cuando la patronal tiene como único fin u objetivo empresarial, el máximo beneficio y a cualquier precio, abandona la convivencia pacífica social, la ética y dignidad humana y se conforma como un ente perturbador de la economía, creando desigualdad social y atentando contra el bienestar, abandonando además su verdadera función económica que es la satisfacción de necesidades humanas, no la persecución del máximo beneficio de sus propietarios.

   Cuando la patronal asumiendo en exclusiva el fin empresarial descrito (máx. beneficio) llega a proponer que el trabajador ingrese sus cotizaciones e impuestos directamente, está pidiendo ayuda en la gestión. Pide cooperativismo, la forma más democrática del ejercicio empresarial.

   Es incomprensible que desde el propio Ministerio de Trabajo no se fomente el cooperativismo, teniendo como tenemos uno de los mejores ejemplos mundiales en España: Mondragón.

   El cooperativismo, está apartado del conocimiento generalizado de la sociedad porque es la forma de empresa más democrática, justa y solidaria, de ahí que esté aparcado del conocimiento popular y del saber universitario, cuando debiera estudiarse mayoritariamente. Pero claro, esto impediría el enriquecimiento rápido e injusto de ciertas élites sociales que no lo pueden permitir, porque se les acabaría el chollo; claro está que así mejoraría ostensiblemente la sociedad en general.

   Y de la misma forma que nos convencen que competir es mejor que colaborar, que el dinero es un fin en si mismo, cuando es un medio de pago y que el negocio financiero es tal, en lugar de una eficaz herramienta para apoyar la satisfacción de necesidades humanas, pues porqué no educar en el cooperativismo. Es más lógico, social, solidario y conveniente para el bien común, para el bien de todos y cada miembro de la sociedad.

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