Oponerse a la subida del SMI (Salario Minimo Interprofesional) es oponerse al progreso, a la evolución que merece nuestra sociedad. Refugiarse empresarialmente en la precariedad salarial nos llevará a una sociedad cada vez más desigual, es decir, con pocos muy ricos y muchos muy pobres.
Un SMI alto supone la necesidad empresarial de invertir en conocimiento, para aumentar la eficiencia y la productividad, en lugar de buscar el erróneo refugio antes indicado y ese conocimiento comprende investigación y desarrollo empresarial, que acaba transmitiéndose a la sociedad, a través de salarios dignos y no precarios ni temporales.
Una subida del SMI fomenta el consumo interno de bienes y servicios y consecuentemente incrementa la actividad de pymes y autónomos principalmente, que son quienes satisfacen ese consumo interno y además tenemos en el país una oportunidad de oro con esos cientos de millones de euros que llegarán de Europa y espero y deseo que se dirijan a transformar el sistema productivo español, basado hasta ahora en la precariedad salarial y que nos lleva a la desigualdad social que sufrimos.
No solamente hay que preocuparse de formar trabajadores, esto se nos da muy bien, puesto que abastecemos de médicos a media Europa, por ejemplo,
Pero abandonamos la educación de los empresarios, a los que en lugar de educarlos adecuadamente, se les inculcan términos crematísticos y no económicos aún en las mismas facultades, mal llamadas de Económicas, que deberían llamarse de Crematística, muy distintas, pero que se confunden interesadamente.
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