En España los socialdemócratas que gobernaron con varias mayorías absolutas, nunca se preocuparon realmente por la educación, poniendo parches y cambios para salir del paso y dejar ciudadanos poco cultivados y por ello, fácilmente manejables. Nadie se ocupó de educar personas, solo preparar trabajadores y consumidores, sin espíritu crítico ni conocimiento de la libertad para ejercerla, de ahí la, ya no denostada, sino desaparecida filosofía en la educación. Y como último ejemplo, la definición de libertad de Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid: "Tomar cañas después de trabajar 15 horas en pandemia y libertad"
A la desafortunada política educativa se añaden unos medios de comunicación, que no informan con criterios profesionales, tienen una editorial tan marcada que los convierte en medios para crear determinada opinión, la que marca su propietario. Y algunos de ellos de forma tan descarada que dan vergüenza ajena. Con ellos se consiguen opiniones públicas deformadas de tal manera, que resultan inconcebibles. La gran mentira editorial de la neutralidad periodística, la única verdad e ideología: el dinero, sirva de ejemplo.
A esto unimos un sistema judicial lento, con pocos y malos medios y con un sutil control de acceso, cuando no se dice a las claras, que se controla por la puerta de atrás.
Actualmente el mundo vive un cambio, que denominan: del capitalismo industrial al del conocimiento. Y saben por qué siguen denominando al cambio: capitalismo del conocimiento. Porque consideran que con los antecedentes indicados el cambio no será estructural y por ende, el sistema va a seguir siendo el mismo.
El cambio estructural solo puede darse con un pueblo crítico, cultivado política y socialmente y ese ámbito fue descuidado adrede, es decir, con deliberada intención. Un pueblo bien cultivado no soporta un poder judical dependiente, ni unos medios de comunicación amarillistas y exigiría una educación adecuada, pero ...
Por tanto, revertir la situación de la crisis del actual sistema económico, en pleno cambio a la era del conocimiento, requiere que el conocimiento personal, no esté enfocado a la productividad empresarial, como lo estuvo en la era industrial, sino un conocimiento personal aplicado, al bien común social.
Porque como hemos comprobado, los Estados no son el problema en época de crisis, son la solución. De ahí que el individualismo no debe primar sobre la cooperación, la colaboración y la solidaridad, para que el reparto de la riqueza creada sea regularmente repartida, no acumulada en 4 familias.
El control de las patentes de las vacunas mata y retrasan la solución pandémica, porque prima el beneficio empresarial sobre el bien común. Los Estados han de estar por encima de estas decisiones privadas de supranacionales en este caso farmacéuticas.
El éxito último del capitalismo industrial da lugar a monopolios supranacionales que controlan los precios de productos necesarios para la vida y supervivencia planetaria, al igual que lo harán bajo el capitalismo del conocimiento, si no se revierte el sistema. La competitividad queda para los perdedores: las pymes y autónomos.
Que el sistema bursatil deje de ser un casino, repleto de especulaciones improductivas a costa de la economía real y que acumulan el capital inopinadamente.
Finalmente (por no aburrir) que la deuda generada hasta la pandemia y sobre todo, después de ella, no va a poder ser pagada. Ésta amenaza deben afrontarla los Estados de forma enérgica.
Confío en que no sea, la evolucion o revolución llamada del conocimiento, una paradoja y que, por tanto, revirtamos un sistema capitalista injusto, que crea demasiada desigualdad y socialmente desastroso.
Las TIC's (Tecnologías de Información y Comunicación) son las herramientas que están dando lugar al mencionado cambio del ámbito industrial al del conocimiento. Ellas deben ser utilizadas y reguladas como toda herramienta humana, para el beneficio de dicha humanidad y la filosofía debe regir el sentido de obrar humano relacionado con dichas tecnologías, de forma distinta, más social y justa.
En fin, si no educamos convenientemente quedará un arduo camino. Para que las mentiras de los medios no permeen en la sociedad, el Estado dirija el sistema bursátil y esa falsa deuda pública sea borrada del mapa mundi por falsa, etc.