Acudí como desde hace algunos años, a las jornadas que programa Conecta Industria, en la Fidma y este año el segundo que se habla de sostenibilidad, estuvo muy variado y completo.
Sigo pensando como el año pasado, que ya criticaba la parcial atención a la sostenibilidad, no tratando debidamente el apartado social de la misma, solo se atienen a lo que más interesa a las empresas, el ámbito económico, que implica enriquecimiento y quizás por su exceso desigualdad social; nos pierde el egoísmo y la codicia, defectos, por otra parte muy humanos. ¿Nos pasará como con la globalización? Que solo atendió la circulación de dinero, mercancías e información, pero desatendió la circulación de personas y sus derechos.
El ámbito del medioambiente ya se entiende imprescindible, por pura supervivencia, por la pérdida que supone para todos y se atiende mejor que el social, que aún no cuaja en los empresarios. No es de extrañar, educados en el neoliberalismo de los últimos 40 años, deja demasiada huella, pero como con la de carbono, habrá que deshacerse de ella.
El crecimiento de la Economía Social, que también palpé en la Fidma, me alegró mucho al poder festejar el 40 aniversario de ASATA, porque saber que Asturies contempla la economía del futuro es alentador y me refiero a la Economía Social como la del futuro, porque la insostenibilidad del capitalismo está quedando demasiado clara.
Tanto es así que en la jornada siguiente de Innovación y Sostenibilidad, se mencionó más de una vez la colaboración entre empresas competidoras, lo que atenta contra el principio neoliberal del libre mercado: el individualismo competitivo y, como fin, el fracaso social del oligopolio y su triunfo máximo, de esta teoría económica: el monopolio.
Como se dijo en más de una ocasión, estamos en otra revolución industrial, pero yo voy más allá. Esta evolución es más social que industrial, porque gracias a la sostenibilidad nos obligará a todos no solo a las empresas y, además, debemos exigir ser todos, porque si no, solo serán unos pocos a costa del resto.
La lucha contra la desigualdad debe nacer de la población que la sufre, con la ayuda de la política auténtica, digo auténtica, porque la que defiende intereses privados no es política. Así es imprescindible la presencia de la Economía social, pero ¿cuál?
Yo ya elegí una, aunque en todas las reuniones y en estas también, solo se oye hablar de Economía Circular, que me parece muy bien, pero no supone un sistema suficiente para la transformación social necesaria, para salir del caos ecológico que padecemos, de la desigualdad social que sufrimos, en fin, del sistema económico en que habitamos incómodamente.
La Economía del Bien Común, de la que deberíamos saber mucho más, es más transformadora y, en mi opinión, la única que nos sacaría de esta crisis sistémica que padecemos desde hace demasiados lustros.
Finalmente y como anécdota, que quizás no solo yo detecté y no puedo callar (sino la vomitaría) fue ver una compañía eléctrica en la reunión hablando de sostenibilidad sabiendo que el sistema de determinación de precios de la energía, es ... muy difícil de explicar sosteniblemente.