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lunes, 18 de agosto de 2025

Políticas involuntariamente incendiarias

   Y ahora nos sorprendemos por los incendios que sufrimos, cuando los científicos llevan

avisándonos años, muchos años, de este cambio climático, ¿que ahora nos sorprende?

¿Nos hacemos los sorprendidos? 

   De él ciertamente ni la mayoría de los ciudadanos, ni mucho menos los políticos nos quisimos enterar ¿Por qué?

... Y el sistema económico qué opina de esto 

   Pues porque el sistema económico en que habitamos, es el árbol que no nos deja ver el bosque. Ese  caduco sistema llamado capitalismo, el árbol.

   El bosque que tenemos que ver es además del real, el que se quema, la desigualdad social, la injusta remuneración del capital frente a la remuneración laboral y la falsa meritocracia que no se cree ni dios, Además de la desvergüenza injusta de los impuestos a los más ricos, es decir la falta de progresividad impositiva.

   Sistema crematístico más que económico, que nos mantiene muy atentos, demasiado atentos, a una quimera, como tal imposible: Ser todos ricos. Tonta engañifa que solo lleva a la destrucción, la guerra a través de la competitividad y enfrentar al último con el penúltimo. Una estúpida tragedia muy popular.

   Ya se dan cuenta que nos mantienen en un limbo haciéndonos creer que somos libres por poder tomarnos una caña, después de 15 horas de trabajo y perseguir la quimera de ser más que el vecino, tener un coche más grande y potente o ser el primero de la clase, en fin, en competir el último contra el penúltimo. Cuando lo razonable socialmente es cooperar entre nosotros. Falta mucha cultura cooperativista, sobre todo teniendo como ejemplo el cooperativismo de Mondragón, ejemplo mundial que en España no conoce ni dios.

Los imprescindibles impuestos para que la sociedad sea avanzada 

   Además, no pagar impuestos, que nos cuentan, son un atraco y no sirven para nada. Ahora que todo dios clama por más medios para combatir los incendios, la atención a un cambio de la climatología, negada por los partidos de la derecha, que recortan presupuestos en esa atención para dedicarlos, por ejemplo a la mal llamada fiesta nacional: Los toros. Tortura sin igual, que decaerá como el tirar la cabra del campanario, que cerca le anda en su sin razón.

   Hay que analizar las políticas con espíritu crítico y sentido común y las obsoletas, como las que lleva practicando la derecha, desestimarlas por eso mismo, por obsoletas. 

   Vemos como la política que nos viene explicando con hechos probados la derecha y la ultra derecha, está teniendo unos "resultados maravillosos": Solo hay que analizar la Dana Valenciana y los incendios en Galicia y Castilla y León,  Autonomías gobernadas por el PP y Vox y analizar igualmente los presupuestos o más bien los recortes en ellas practicados por dichas entidades políticas "para beneficio de TODOS" o más bien para su beneficio privado

   Cuestión que Emilio Romero explicó en su día con total claridad. La derecha tiene que mentir, porque ha de hacer política para defender los intereses de 200 familias exclusivamente y claro, eso sin mentir al resto de la población es imposible.

Solo precisamos más democracia directa 

    Únicamente precisamos democracia real, participación directa en ella e información sin deformación política colateral ni partidista. Que nos cuenten las noticias como son, que nos las relaten de forma veraz y nos dejen decidir, defendernos y no nos perviertan con necedades innecesarias.

jueves, 14 de agosto de 2025

Toros, educación y fiestas

   Hoy nos sorprendió en la comida a mi mujer y a  mi, un agradable y casi familiar encuentro con conocidos que iban a los toros, nada dijimos sobre el candente particular y nos fuimos deseándoles unas felices fiestas locales. 

   Yo luego pensaba que cuando uno disfruta con la tortura, aunque sea de animales, no es normal, ha de ser un fallo cultural a todas luces. 

   Pero en este país lleno de costumbres tontas, seguimos entre otras con las criticadas corridas de toros.

   Llegará el día, como llegó el de la cabra que tiraban del campanario, que las corridas de toros no las entienda ni dios, pero hasta entonces hay que "torear" con los maleducados ancestralmente, aunque duele mucho que la mayoría sean tan cercanos a la ultraderecha, al fascismo, que lógicamente tiene su explicación educativa, claro está.

   Es decir, los toros se acabarán cuando la cultura y la democracia sean realmente populares y no antes, porque sería una imposición, que la propia democracia ni puede, ni debe hacer.  

   Lo que significa ese déficit cultural que del fascismo viene y no hemos sabido contrarrestar, porque la educación sobre todo "concertada" no lo permitió como debiera y la pública no llega a todos. 

   La educación es importante hasta en eso y en todo, una educación laica, pública para todos y de calidad es fundamental, no se a que coño espera el PSOE y sus gobiernos en común para incentivarla debidamente.

¡Salú ya felices fiestes! 

jueves, 13 de junio de 2024

La guerra "... es como el toro"

   Como dijo públicamente cierto matador de Ubrique: "...es como el toro" Y esto lo puedes añadir a lo que quieras, que no sea muy profundo, su autor no profundizaba mucho.

Pinche aquí para ver la auténtica noticia sobre el debate taurino

   Todo es como el toro y del color del cristal con que se mira: "En Xixón, tenemos una calle para conmemorar la celebración taurina, la calle: Corrida"

   Así con ese cristal, es como han vuelto los toros a la palestra, forzando inventadamente la demanda, a gancho, por la fuerza, no porque el público lo pidiera, que está muy lejos de hacerlo.

   Tenemos arraigado el lenguaje taurino, como toda tradición, pero de ahí a adquirir la cualidad de cultura, hay un abismo, que algunos se quieren saltar.

   Es coherente con la degradación social que sufrimos, el incremento de la tauromaquia, el dudoso "arte" de torturar un animal para disfrute del "respetable"

   Justifica, en una época prebélica, la preparación mental del manejado pueblo en la violencia propia de la guerra, con la tortura animal. Ésta nos acerca más a la violencia porque supone una violencia suprema.

   Así el manejado pueblo quedará dispuesto, con unas "banderillas" y un par de "puyas" para cuando llegue la tortura final, la "hora de la verdad" la "estocada última", sea ésta buena, baja, contraria, honda, media o corta. Ya tendremos al "respetable" preparado para la guerra.

   El manejado pueblo "es como el toro" que tiene su destino escrito, el primero para ser adoctrinado y el segundo, para morir en la "plaza", si antes no son apartados para carne, claro.

   La tortura del toro acondiciona al espectador a soportar la crueldad, la desigualdad y la violencia misma, para ver impasible las imágenes de Gaza, por ejemplo. Al igual que los desfiles militares y demostraciones de fuerza de los ejércitos, nos hacen admitir más fácilmente el ambiente bélico.

 Luego llegará la "hora de la verdad" ... quizás, en el peor de los casos, la guerra.