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miércoles, 29 de mayo de 2024

La Sociedad, las Administraciones y las Empresas

   La organización social

Nos organizamos socialmente para vivir de la mejor manera posible creando ciertas entidades, fundamentalmente: Administración y Empresas.

   La Administración comprende una serie de servicios que todos conocemos y sabemos necesarios para que nuestra vida sea razonablemente buena. Justicia, Policía, Ejercito, Bomberos, Médicos, Enfermeros, etc. etc.  Funcionarios en general.

   Por otro lado las Empresas atienden una gran parte de las formas que tenemos para crear bienes y servicios que también precisamos, para satisfacer todas y cada uno de las necesidades que tenemos los seres humanos

   Y claro está, luego estamos todos los ciudadanos, la sociedad.

   Es evidente que Administración y Empresas las forman personas, con determinadas preparaciones y estudios.

Deberían ser los mejores los maestros y profesores

   La primera sorpresa es que entre las profesiones mejor pagadas, no se encuentra la de maestro ni la de profesor, que son quienes preparan a todo ciudadano para atender Administraciones y Empresas. ¡Increíble! ¿verdad?

  ¿Por qué? Porqué no son los maestros ni profesores los que más ganan. ¿No interesa invertir calidad en la enseñanza de todas esas personas que van a formar las entidades que nos servirán socialmente a todos?

   Sería necesario facilitar una buena educación a toda la población, para que los mejores accediesen a los cargos donde fuesen los mejores para él. 

   Es inconcebible que después de tantos años viviendo en una supuestamente democrática sociedad, no tengamos ya establecido un sistema de enseñanza que se mantenga en el tiempo y no varíe en función de los intereses del partido o partidos que ganen las elecciones, sino de la mejora que marquen los propios enseñantes, que serían los mejores de los mejores . Llegando, en cambio, a la tropelía de eliminar la filosofía en la enseñanza obligatoria.

La enseñanza atiende más al mercado que a la cultura, el cultivo de la persona

   La realidad aplasta lo antedicho y tenemos una enseñanza supeditada a intereses económicos determinados, no al interés humano educando personas, sino rentables y productivos trabajadores.

   En realidad tenemos a los llamados mercados, como reguladores de la economía y por ende de la enseñanza. Además se comete un tremendo error conceptual confundiendo intencionadamente crematística con economía.

   Economía: Administración eficaz y razonable de los bienes. Crematística: Interés pecuniario de un negocio. Definiciones de la RAE.

El mercado y la mano invisible

    No se puede regular la economía por el mercado y es fácil de entender, porque hay bienes y servicios que no se pueden dejar en manos de los negocios o la especulación, en fin, del puro interés económico. 

   Además el mercado es un invento humano y como tal se ordena y regula a interés del que tenga poder sobre él.

   La creencia mayoritaria de que el mercado lo han de regular los propietarios de los medios de producción, es la que manda, la creencia hegemónica, visto bajo el punto de vista de la oferta.

   Pero mirando bajo el punto de vista de la demanda, también se puede influir de forma efectiva en él. Con la unión de los consumidores del mismo. 

   Bien es verdad que con cierto nivel de renta, alejada de la pura subsistencia, ahí no hay poder de elección posible. Evidentemente porque en un mercado sin dinero ni hay posibilidad de elección.

La educación como pilar de la economía

   Y el punto flaco de esta forma de regular el mercado desde la demanda, choca de frente, aunque a priori no se vea, con la errónea o mala educación, que por eso no está regulada y dirigida por educadores, sino por políticos. Con la educación dirigida desde y para la crematística, no construimos ciudadanos cultivados, sino ciudadanos rentables y productivos.

   Aquí en esta encrucijada es donde hay que incidir para que la auténtica economía, sea el objetivo social y no la crematística. Es decir, para que la ordenación eficaz y razonable de los bienes y servicios producidos se dedique a satisfacer necesidades humanas, objetivo de la economía. Por tanto, se ha de establecer un control para el mercado y desde la economía apartando la crematística.

   A partir de la educación, formación y conocimiento compartido se debe informar al ciudadano como consumidor. No se trata de obligar, sino informar para convencer. De la misma forma que se formaría e informaría al empresario para que ejerciera su función más económica y menos crematística, por tanto más democracia en todos los ámbitos sociales.

   Educando democráticamente a todos los ciudadanos, será más fácil que la democracia sea, además de conocida practicada habitualmente y llegue a todos los rincones de la sociedad: Empresas y Administraciones.

   Se evitarían a todas luces los desmanes en justicia como los que sufrimos actualmente, la democracia accedería a las empresas en general y por supuesto no existirían cloacas policiales, además de minorarse las desigualdades sociales.

Siempre subyace la Economía del Bien Común

   Educando democráticamente el control social se establecería de abajo a arriba y sería más directo que el actual, así se podría establecer un control social razonable sobre los mercados, que deben seguir existiendo porque son necesarios para algunos bienes y servicios.

   Las empresas etiquetarían sus productos y servicios, teniendo no solo en cuenta el precio, la calidad, composición y procedencia, sino las relaciones con la sociedad que la rodea, la SOSTENIBILIDAD, de verdad, no el lavado de cara que hacen la mayoría.

   Y las Administraciones, deberían premiar una buena etiqueta, con créditos baratos, para lo que es necesaria la banca pública, menos impuestos a las más sostenibles. En fin hablo de una implantación similar o parecida a la EBC Economía del Bien Común, Economía de verdad y para todos.

   Esto sería cuando la educación y el conocimiento, regulasen el mercado y no al revés.