Como dijo públicamente cierto matador de Ubrique: "...es como el toro" Y esto lo puedes añadir a lo que quieras, que no sea muy profundo, su autor no profundizaba mucho.
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Todo es como el toro y del color del cristal con que se mira: "En Xixón, tenemos una calle para conmemorar la celebración taurina, la calle: Corrida"
Así con ese cristal, es como han vuelto los toros a la palestra, forzando inventadamente la demanda, a gancho, por la fuerza, no porque el público lo pidiera, que está muy lejos de hacerlo.
Tenemos arraigado el lenguaje taurino, como toda tradición, pero de ahí a adquirir la cualidad de cultura, hay un abismo, que algunos se quieren saltar.
Es coherente con la degradación social que sufrimos, el incremento de la tauromaquia, el dudoso "arte" de torturar un animal para disfrute del "respetable"
Justifica, en una época prebélica, la preparación mental del manejado pueblo en la violencia propia de la guerra, con la tortura animal. Ésta nos acerca más a la violencia porque supone una violencia suprema.
Así el manejado pueblo quedará dispuesto, con unas "banderillas" y un par de "puyas" para cuando llegue la tortura final, la "hora de la verdad" la "estocada última", sea ésta buena, baja, contraria, honda, media o corta. Ya tendremos al "respetable" preparado para la guerra.
El manejado pueblo "es como el toro" que tiene su destino escrito, el primero para ser adoctrinado y el segundo, para morir en la "plaza", si antes no son apartados para carne, claro.
La tortura del toro acondiciona al espectador a soportar la crueldad, la desigualdad y la violencia misma, para ver impasible las imágenes de Gaza, por ejemplo. Al igual que los desfiles militares y demostraciones de fuerza de los ejércitos, nos hacen admitir más fácilmente el ambiente bélico.
Luego llegará la "hora de la verdad" ... quizás, en el peor de los casos, la guerra.
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