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domingo, 2 de junio de 2024

El harakiri social

 La disputa política, la puramente política, es la que aparta a los partidos de su verdadera función, trabajar para mejorar la sociedad. En España es lo que ocurre desde hace unos años.

Al menos a los partidos de izquierdas, porque la derecha aquí no hace nunca verdadera política, no trabaja para mejorar toda la sociedad, solo lo hace para mejorar una pequeña parte de ella: la oligarquía y defender intereses privados no es hacer política.

Cuando un partido de izquierdas quiere implementar una mejora social, esto implica aplicar recursos a esa mejora retirándolos de otras partidas o haciendo que suponga una mayor carga fiscal, para atender esa mejora. Obtiene, al menos en este país, no solo la oposición de la derecha, sino de parte de la Administración Pública que ésta domina desde la dictadura franquista: Policía, judicatura, ejercito, por ejemplo y con la inestimable ayuda de los medios de comunicación. ABC, La Razón, El Confidencial, El Mundo, OK Diario, etc. etc. etc. la mayoría.

Baste de ejemplo la conducta de las cloacas policiales y pseudomedios de comunicación, la judicialización de la actuación de ellos, persiguiendo a Podemos y ahora al PSOE en las personas que todos tenemos en mente.

En otros países la civilizada derecha propone otros planteamientos diferentes para llegar al mismo destino, pero aquí no hay sentido, sino la pura oposición: NO a todo, sin alternativa. 

No aceptando el resultado de la urnas ya es el despropósito antidemocrático por excelencia.

Si el partido de izquierdas ha de gastar energía en lo antedicho y además en preocuparse por los problemas de la mayoría de la sociedad, hemos de entender una clarísima cuestión:

"Votar a  la derecha en España, no formando parte de la oligarquía, es hacerse el harakiri social, pero despacito"

Otra conclusión relacionada con esta actitud antipolítica de la derecha al conceptuar al rival como enemigo, como si estuvieramos en guerra, nos llevará a ella por la intransigencia demostrada y la actitud antidemocrática no aceptando las reglas constitucionales. Muy peligrosa actitud y poco inteligente además, como todas las situaciones predictatoriales.

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