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domingo, 18 de mayo de 2025

Lo primero, la educación, por coherencia política

   Cuando un grupo social de cualquier índole, pretende maximizar el bienestar social, dentro de los límites ecológicos de esta nuestra única tierra, se les acusa de todo y pretenden, las derechas, echarles de la vida política.

   Los neoliberales, que se confunden con fascistas y genocidas o dictadores tecnofeudalistas, dicen que atentan contra la libertad y la democracia. Poniendo así de manifiesto que tienen unos conceptos un tanto erróneos de una y otra.

   Viendo la actitud profesional de algunos jueces: Peinado, Marchena y otros similares, se comprueba que elementos, sino  fascistas, anticonstitucionales, colaboran con la judicatura y analizando la existencia de la policía patriótica, se ve que con ella también colaboraron los antidemócratas fundamentalistas.

   Es evidente que la modélica transición pasó por alto parte de la judicatura, policía y ejercito, pues a algún militar le sobran 20 millones de rojos españoles.

   En la organización de una nación es muy difícil ordenar algo en cualquier ámbito, teniendo en cuenta el bienestar social, con esas instituciones podridas democráticamente.

   Y es evidente que el agente corruptor, el agente de la podredumbre radica en la derecha y la extrema derecha española que nunca abandonaron, por eso no lo condenaron, el fascismo franquista.

   Las organizaciones que denuncian y usan la policía, jueces y medios de comunicación, en contra de partidos u organismos sociales, que comparten ideología con la derecha, son los instigadores de las acciones que luego, llevan a cabo,  aquellos que pueden hacer: jueces policía y militares; los que pueden decir: partidistas medios de comunicación muy amarillos.

   Es evidente que les molesta la democracia, pero más que a los mencionados, ésta molesta mucho más a la tapada, por discreta, oligarquía, que los financia generosa y más que discretamente, ocultamente.

   Indudablemente algo están haciendo bien, desde abandonar el cultivo del ciudadano como tal, educando trabajadores sumisos con la inestimable ayuda del Clero, que controla el 60% de la educación obligatoria.

   Deseducando a la posible población educada con los medios de comunicación que controlan y embarran, llenando de bulos todo, hasta el mismo Parlamento, con sus apesebrados y adoctrinados políticos en tal sentido y con el apoyo de los citados medios.

    No hay que olvidar la inestimable ayuda de los socialdemócratas que no vieron llegar el nefasto neoliberalismo económico o quizás algunos, más bien aterrizaron en él a través de las habilitadas puertas giratorias que la oligarquía les puso a disposición, por ejemplo a Felipe González.

   La tarea opositora a semejante conglomerado social, bien instalado en las podridas instituciones de la nación, es casi inabordable, por la diversidad de los ámbitos de acción y por la cantidad de medios económicos que disponen. Pero no es imposible.

   Creo que esa oposición debe ser igualmente global, en todo ámbito y de abajo a arriba. Hay que empezarla desde la población, desde cada ciudadano.

   Por tanto, primero educación: Laica, no concertada y de calidad, es decir, bien pagada.

   Hay que invertir más aquí que en armas y solo hace falta, como ya hemos comprobado, voluntad política.

   E igual que actualmente se fomenta el neoliberalismo y el armamentismo, deben cambiarse estas acciones y actitudes por concienciación social, política y económica, en la democrática dirección del bienestar social dentro de los límites que nos marca la tierra que habitamos.

   Esto ha de ser el principio del fin del capitalismo salvaje o neoliberalismo económico, que ahora nos ahoga.

   También es evidente que para proporcionar al pueblo semejante educación ética y cívica, políticamente a la izquierda de la derecha nacional y autonómica, debe haber un consenso claro, aún las diferencias ideológicas, de todos los partidos de izquierdas por la EDUCACIÓN.

   Acuerdo nacional y autonómico de izquierdas en esa educación que, además proporcionaría una base sólida para ganar las siguientes elecciones en todo ámbito y afianzar esa hegemonía en el tiempo.

   La transformación social hoy día solo puede llegar a través  de la educación, de padres e hijos al unísono.

 "Escuela pública de todos para todos" 

"Para educar al niño se precisa toda la tribu" 

El cambio para ser tal debe cambiar al hombre

miércoles, 22 de enero de 2025

En el sistema económico y en la profundización de la democracia está el quid de la cuestión

   Que ahora tengamos que sufrir las obscenidades económicas de Donald, es consecuencia de las facilidades dadas desde los gobiernos centristas europeos, durante décadas, comprando, es decir, compartiendo, algunas de las medidas neoliberales menos sociales.

   Aceptar que competir es mejor que colaborar es la imbecilidad más grande, pero aceptada por casi todos, siendo como somos los humanos, seres eminentemente sociales.

   Que un medio, como es el dinero, se convierta en un fin es la tropelía mayoritariamente aceptada. 

  Que las empresas deben perseguir el máximo beneficio, se estudia en las Escuelas de Crematística (me niego a llamarlas de Económicas) desde hace 50 años. 

  Creer que la ausencia de impuestos beneficia la economía es una estupidez y que el mercado se regula solo, que hay que darle rienda suelta, otra. Igual que cuando nos dicen que es bueno que el capital extranjero venga a nuestro país; los inversores vienen siempre a hacernos favores.

   Pues de estos antiguos polvos, tenemos el lodazal repleto en la actualidad. 

   Llevamos demasiado tiempo sin comprender que lo que precisa el mundo es un cambio de sistema económico, que ya sé que es tarea difícil y lenta, pero imprescindible y creo que se ve cada día que pasa con más claridad.

   Los partidos de izquierdas, al menos deberían tomar nota de esto y comenzar a implementar ese sistema alternativo pensado no en la acumulación de dinero, sino pensado en las personas y su bienestar, que para eso están en política. 

   Y sobre todo y más principal, para defender la democracia. Ésta es demasiado representativa y poco, muy poco directa. Es decir, se debe preguntar más al pueblo y hacerle partícipe de las decisiones políticas que nos gobernarán. 

   En el sistema económico y en la profundización de la democracia está el quid de la cuestión