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viernes, 20 de diciembre de 2024

¿Para qué votamos?

   Es difícil comprender que algunos de nuestros conciudadanos, crean buena la anti-política que utilizan PP y Vox para acceder al gobierno sin las urnas, pues con ellas han visto que no se pudo.

   Esa incomprensible actitud no es para lo que debe ser la política: Hacer feliz al pueblo o al menos facilitarle un poco más la vida. 

   Para ello deberían presentar una alternativa a la política gubernamental razonada y explicada con su crítica correspondiente al gobierno, es decir, plantearnos soluciones a los problemas que sufrimos la población: Vivienda, Salarios bajos, paro etc. bajo su punto de vista ideológico 

   ¿Han visto alguna medida de la derecha y la derecha extrema en este sentido? Eso sí, insultos y bulos a raudales.

   Usan Vox y PP, Sindicatos que no son tal para poner denuncias inventadas, Jueces que no son ni justos ni independientes, Policía Patriótica que investiga indebida e inopinadamente.

   Con esas actitudes se deseduca al pueblo, se le está enseñando a hacer trampas para alcanzar el poder fuera de las urnas y eso es atentar contra la democracia; algunos de ellos que se llaman constitucionalistas.

   No pueden nuestros representantes legales en las Cortes, utilizar esas argucias, por que saltarse las normas, no es ético y da muy mal ejemplo, deseduca, es injusto e injustificable.

¿Aceptamos que nos gobierne quien no elegimos en las urnas?

   Así aceptando la ciudadanía estas actitudes políticas, edulcoradas con bulos y a veces claras mentiras y unos medios de comunicación que las amparan, apoyan y les hacen la ola, llegamos a aceptar dos cosas: 

 - Una, que nos gobiernen los consejos de administración de las grandes empresas u oligopolio de turno, porque que PP, Vox, PNV y Junts, se unan en el parlamento y voten para que el oligopolio energético nacional, no pague un impuesto por los obscenos beneficios que obtiene, supone que: 

   Más del 50 % de la población, sus votantes, están de acuerdo en que quien oligopólicamente marca altos precios por la energía, para obtener esos cuantiosos beneficios, es razonable y aceptable, o sea, que están de acuerdo con la desigualdad social que sufrimos. 

   O que dichos representantes abandonan los intereses de sus representados para defender que el oligopolio energético nos gobierne a placer. (¿Puertas giratorias?)

De verdad ¿Debe pagar menos quien más gana?

  - Y dos, se acepta que quien más gana pague muy poco, con la aspiración de recoger las migajas que les sobran.

   Así lo que conseguiremos es volver a vivir una nueva dictadura. No, no esa a que se refiere Ayuso mentando al Presidente, no. A la de verdad me refiero, a la que ella y sus Ayusers echan de menos. Ella y sus seguidores, solo se quejan de que no les dejan hacer sus "operaciones" sin pasar por Hacienda, por ejemplo.


miércoles, 18 de diciembre de 2024

Mantras neoliberales y respuesta desde los valores de la Economía del Bien Común

    Una economía para las personas, no para el beneficio empresarial.

   La economía tiene como objetivo las personas, la crematística el beneficio empresarial.

Léalo aquí

Veinte puntos de la Economía del Bien Común

La competitividad fiscal y el bienestar social

   La competitividad fiscal autonómica, no es una forma de medir el bienestar social, que a la postre es lo que nos interesa a los habitantes en Asturies. Eso sí, indica a los empresarios y ricos del país donde deben ir con sus fondos monetarios y empresas.

   Tendrían que implementar de igual forma un indice del bienestar social para que se pudiera comparar esa competitividad en el bienestar social autonómico.

   Vivimos en sociedad y lo que preocupa a las élites que nos dirigen es la fiscalidad, en lugar del bienestar social. ¿De verdad que lo que preocupa a la gente es esto?

   ¿Usted cuando vota no lo hace pensando en vivir mejor? Yo sí. Y me importa una mierda la fiscalidad si mi calidad de vida aumenta año a año, siempre que dicha fiscalidad no me ahogue, claro.

   De ahí que, por otra parte, deberían publicar el índice de pobreza por autonomía, a ver que relación tiene con ese otro, tan importante para empresarios y adinerados y mucho menos para el resto. Además también habría que medir, porcentualmente, quienes pagan más los ricos o los pobres, porque eso es importante en relación con el bienestar social.

   Como se puede manejar en todo la competitividad, cuando somos seres eminentemente sociales y la cooperación y la colaboración deberían ser lo importante, no la competitividad en nada que no sea el deporte, competitivo de por sí.

   Además esa competitividad fiscal lo único que fomenta es la productividad empresarial y esto conlleva más consumo, en este mundo finito (Más materias primas y más desperdicios) ¿Vamos a seguir compitiendo hasta que acabemos con él?

   Hay que buscar la alternativa al sistema económico.

  

La democrática economía doméstica

   La economía hay que enseñarla desde el principio,  a los niños, porque la economía no es lo que utilizan las empresas para ganar dinero, que es a lo que se dedican todas las de capital. Eso es crematística y no ayuda a la comunidad, solo al empresario que la practica, olvidándose de todas las personas que rodean su empresa.

   El concepto de economía se acerca mucho más a la actitud de las amas/os de casa, las administradoras de los bienes y servicios de las familias, que a las mencionadas técnicas empresariales alejadas de la economía y muy cercanas a la crematística.

   La administración democrática de bienes y servicios está más cerca de la economía doméstica que de la empresarial.

El feminismo

   De ahí se desprende que el feminismo no esté bien visto por los neoliberales, porque las féminas son más partidarias, por educación familiar, de la administración de bienes y servicios de forma democrática, que de técnicas crematísticas, mucho más capitalistas y poco democráticas. La desigualdad, subproducto del capitalismo, es demasiado dañina socialmente y lo saben.

Democracia en las empresas

   Por otra parte utilizando la economía en lugar de la crematística, la democracia entraría en las empresas, hecho este que en España se lleva evitando desde siempre y con una patronal poco democrática, o sea, que no cree en el poder del pueblo.

Facultades de Crematística

   Y en cuanto que los profesores de las Facultades de Crematística, comiencen a ser mayoritariamente mujeres, dichas facultades se convertirán realmente en Facultades de Económicas.

La democracia

   Con lo que saldrá beneficiada, sobre todo, la democracia. Fíjense como la economía doméstica y el feminismo "puxan" la democracia.

domingo, 15 de diciembre de 2024

Nuestro destino, que tarda en llegar.

  La presión en las empresas y el consumo

Supongo que a estas alturas del siglo, somos casi todos (una mayoría) conscientes de que las grandes empresas, las denominadas supranacionales, gobiernan en el mundo.

   Han creado esos empresarios que hay detrás de todas las supranacionales, un hábitat ideal para el desarrollo de sus "monstruos empresariales" que ya pasan por encima de los gobiernos de todas las naciones. 

   Es decir, que nuestro sistema económico, en franca desaparición por colapso del mismo, está esperando destino. Destino que no está determinado, pero es determinable.

   Influyen, esos empresarios, en las elecciones que a priori serían democráticas, con las redes sociales que controlan y con la IA (Inteligencia Artificial) de su propiedad, atacando descaradamente la democracia que nos hemos dado desde el pueblo.

   Por lo dicho está claro donde hay que ejercer la presión social, siempre de abajo a arriba, que es la forma eficaz y democrática de hacerlo. En las empresas y en nuestro consumo.

Las empresas y la democracia

   Las empresas, sobre todo en nuestro país, son el ámbito donde se ofrece más resistencia a que entre la democracia. Cuando hay fórmulas democráticas empresariales como las cooperativas.

   Eso de que son un feudo privado, donde la política y por ende la democracia, no puede entrar es una auténtica mentira, una falsedad social, como tantas otras que nos quieren inculcar machacando desde los medios de información y educación.

Educar el consumo

    Por otra parte hay que educar en el consumo: No consumir por presumir, ni por aparentar, consumir solo para bien vivir.

   Tanto en las empresas, en todas, como en la educación de los consumidores, es donde hay un terreno virgen, inexplorado políticamente.

   En primer lugar hemos de entender que las empresas  son organizaciones para la satisfacción de necesidades humanas, instituciones productivas de bienes y servicios para dicha satisfacción.

   Desde la educación también hay que enseñar a consumir y a etiquetar debidamente los productos y servicios. Educar en el consumo razonable, no consumista.

   También los ciudadanos tenemos que modificar nuestro objetivo vital, formamos parte de una sociedad que hemos de construir en favor de todos, no solo de una minoría, por muy dominante y rica que esta sea.

   Tenemos que conocer claramente que esas supranacionales y sus poderosos empresarios dependen de todos nosotros, para su irresponsable e indebido enriquecimiento. Por tanto, siendo conscientes es más fácil luchar contra ello, a través del consumo razonable.

   Nuestro objetivo inmediato sería democratizar todas las empresas, comenzando de abajo a arriba (nunca al revés, que es donde se pervierte, porque falla la acción) y practicar un consumo sostenible de verdad. La unidad en la lucha empresarial y en el consumo sostenible son fundamentales.

   Por tanto, cualquier tipo de acción inteligente en contra de este sistema económico capitalista en colapso final, será buena.

   Pero hay que darle sobre todo un enfoque democrático, por el bien común y de todos, nunca de las minorías dominantes y opresoras, contra las que debemos luchar denodadamente, por un destino razonablemente democrático de todos y por nuestro bien común.

   La política debería apoyar este tipo de sencillas acciones en favor de la gente, simplemente porque es dedicarse a formar y por ende transformar la sociedad para las personas, no en favor de los beneficios empresariales y los privilegios de la élite económica dominante.

¡Salud!