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domingo, 15 de diciembre de 2024

Nuestro destino, que tarda en llegar.

  La presión en las empresas y el consumo

Supongo que a estas alturas del siglo, somos casi todos (una mayoría) conscientes de que las grandes empresas, las denominadas supranacionales, gobiernan en el mundo.

   Han creado esos empresarios que hay detrás de todas las supranacionales, un hábitat ideal para el desarrollo de sus "monstruos empresariales" que ya pasan por encima de los gobiernos de todas las naciones. 

   Es decir, que nuestro sistema económico, en franca desaparición por colapso del mismo, está esperando destino. Destino que no está determinado, pero es determinable.

   Influyen, esos empresarios, en las elecciones que a priori serían democráticas, con las redes sociales que controlan y con la IA (Inteligencia Artificial) de su propiedad, atacando descaradamente la democracia que nos hemos dado desde el pueblo.

   Por lo dicho está claro donde hay que ejercer la presión social, siempre de abajo a arriba, que es la forma eficaz y democrática de hacerlo. En las empresas y en nuestro consumo.

Las empresas y la democracia

   Las empresas, sobre todo en nuestro país, son el ámbito donde se ofrece más resistencia a que entre la democracia. Cuando hay fórmulas democráticas empresariales como las cooperativas.

   Eso de que son un feudo privado, donde la política y por ende la democracia, no puede entrar es una auténtica mentira, una falsedad social, como tantas otras que nos quieren inculcar machacando desde los medios de información y educación.

Educar el consumo

    Por otra parte hay que educar en el consumo: No consumir por presumir, ni por aparentar, consumir solo para bien vivir.

   Tanto en las empresas, en todas, como en la educación de los consumidores, es donde hay un terreno virgen, inexplorado políticamente.

   En primer lugar hemos de entender que las empresas  son organizaciones para la satisfacción de necesidades humanas, instituciones productivas de bienes y servicios para dicha satisfacción.

   Desde la educación también hay que enseñar a consumir y a etiquetar debidamente los productos y servicios. Educar en el consumo razonable, no consumista.

   También los ciudadanos tenemos que modificar nuestro objetivo vital, formamos parte de una sociedad que hemos de construir en favor de todos, no solo de una minoría, por muy dominante y rica que esta sea.

   Tenemos que conocer claramente que esas supranacionales y sus poderosos empresarios dependen de todos nosotros, para su irresponsable e indebido enriquecimiento. Por tanto, siendo conscientes es más fácil luchar contra ello, a través del consumo razonable.

   Nuestro objetivo inmediato sería democratizar todas las empresas, comenzando de abajo a arriba (nunca al revés, que es donde se pervierte, porque falla la acción) y practicar un consumo sostenible de verdad. La unidad en la lucha empresarial y en el consumo sostenible son fundamentales.

   Por tanto, cualquier tipo de acción inteligente en contra de este sistema económico capitalista en colapso final, será buena.

   Pero hay que darle sobre todo un enfoque democrático, por el bien común y de todos, nunca de las minorías dominantes y opresoras, contra las que debemos luchar denodadamente, por un destino razonablemente democrático de todos y por nuestro bien común.

   La política debería apoyar este tipo de sencillas acciones en favor de la gente, simplemente porque es dedicarse a formar y por ende transformar la sociedad para las personas, no en favor de los beneficios empresariales y los privilegios de la élite económica dominante.

¡Salud!

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