Según Jovellanos, la política es el arte de hacer feliz al pueblo. El diccionario de la Real Academia la define como: Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.
Estas dos definiciones lo son relacionadas con los actores principales de la política, porque ésta también se define como: Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. Este último arte, opinión, doctrina o acción es el que más interesa y el que menos se cultiva.
Bien es verdad que tiene dificultad crear una opinión, acción de voto u otro modo que haga que el ciudadano actúe inteligente y cultivadamente.
Más bien se trata de conseguir que actúe, opine y vote visceralmente, automáticamente, como un acto reflejo, es decir, sin pensar.
Hay opiniones, votos y acciones políticas que más bien parecen venidas del futbol, en lugar de ella. Por ejemplo: uno siempre desea que gane su equipo (partido político); critica al defensa porque no hizo falta al delantero que marcó (vota a un político corrupto)
En cuanto el ciudadano sea cultivado en el arte de la política, los políticos cambiarían su actitud y su aptitud, que de todo hay, por una simple razón la primera acepción de cultura, que se define como "Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico", es cultivo.
Pues no nos vendría nada mal en política un poco de cultura, o sea, juicio crítico basado en el conocimiento, no en la intoxicación de información, mejor dicho de desinformación. Ese juicio ciudadano permitiría tener calidad política a la nación, autonomía o ciudad.