Empresarios
Los empresarios son un pilar fundamental
en nuestra economía capitalista para el desarrollo social, ellos junto
con los trabajadores son el indispensable sostén del desarrollo
económico.
Cuando se habla de productividad siempre
se echa la carga de la prueba en los trabajadores, en su preparación,
conocimiento, valía, implicación etc. etc. Nunca oigo hablar de que el empresario no ha dedicado suficientes medios,
o que no tiene el conocimiento ni la tecnología implementada en su
empresa. En fin, que el problema de la productividad es del trabajador
siempre y eso es mentira, éste es una herramienta más de la empresa y por ende ella debe implementarla adecuadamente, no solo en base a la rebaja salarial, también habría de limitarse por idéntico motivo, la ganancia empresarial y rebajarla en idéntica proporción.
Hablando de la ganancia empresarial, es
la que se ha notado en los primeros repuntes de la crisis, porque los
salarios siguen en precario y eso a medio largo plazo devendrá en contra
de la empresa, pero seguro que nuestros avispados empresarios lo
obviarán.
Están también los 292.000 falsos
autónomos, que además de producir un perjuicio a la seguridad social de
562 millones de euros, por la merma de cotizaciones, precarizan la
situación laboral de los mismos y la inspección hace demasiado poco.
Estos falsos autónomos simplemente son trabajadores por cuenta ajena
obligados a comprar sus propias herramientas y trabajar más
precariamente para las mismas empresas que los tenían contratados.
Dícese y pregónase ancestralmente de las
pérdidas que producen las huelgas laborales, salvo las de estilo japonés
de las señoras del PP el 8 de marzo próximo pasado, pero no se habla
del coste de los corrompedores empresarios en los casos de corrupción
del PP-PSOE ¿Qué coste tienen éstos, articulados desde hace años y
enraizados cual mafia calabresa? Hay que comprender que detrás de cada
político corrupto hay un empresario corrompedor y hay cientos, el coste
supera con creces a los de las huelgas.
Hacienda somos todos
Influye en esta sociedad capitalista y
neoliberal gobernada por el PP la actitud de la Hacienda Pública. Ésta
por norma nos considera a todos presuntos culpables y hemos de demostrar
nuestra inocencia ante la inspección y la gestión tributaria con
facultades inspectoras.
No se comprende que el 80 % de los
efectivos inspectores se dediquen a las pymes y autónomos y trabajadores
dejando el 20 % restante para inspeccionar las grandes empresas y
multinacionales, es decir el Ibex 35 y otras grandes y medianas
empresas. Así las cosas defraudan legalmente los bancos a través de los
paraísos fiscales triangulando operaciones para dejar las ganancias en
ellos y no tributar es España, por ejemplo. Gay de Lievana dijo
públicamente que el Ibex 35 tributaba por debajo o alrededor del 15 % un
autónomo o pyme al 25 %.
Con la nueva norma que nos vendió el PP a
través de sus medios de comunicación, que son muchos e importantes, un
autónomo ya no podrá gastar 50 euros en comer, le limitan la cuantía al
límite para las comidas de los trabajadores y siempre fuera del
municipio. No entienden que con esta actitud de considerarnos a todos
culpables lo que hacen es fomentar el fraude, bueno si lo saben y lo
entienden, pero no les interesa.
De igual forma se sanciona el fallo
humano, si, si querido contribuyente, cuando usted se equivoca
presentando o no una autoliquidación tributaria sin dolo, sin intención
de defraudar, será sancionado porque así lo prevé la ley y se lo
explican claramente en los “corta y pega” de la gestión tributaria. Esta
actitud de la Administración, perjudica la cultura social
torticeramente, pero hay que tener en cuenta que un gobierno corrupto no
promueve la ética social, evidentemente.
Podemos concluir que Hacienda somos todos, pero unos más que otros.
Conclusión:
Vista la actitud de la Administración
Pública o parte de ella y la de parte de la clase empresarial, que tiene
el apoyo incondicional del actual Gobierno, a los trabajadores no nos
queda otra que exigir lo que en justicia nos corresponde. También, nos
queda la utilización racional de nuestro voto. Vote sabiamente
ciudadano.