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jueves, 25 de enero de 2024

La importancia de la *** ETIQUETA ***

 No me refiero a las que ponemos a otros al hablar de ellos, ni a la de vestir con pajarita o de pingüino.

Me refiero a las de los productos y servicios que consumimos habitualmente. Etiquetas físicas que trasladan información.

Las etiquetas que ponen los fabricantes de productos y creadores de servicios a los mismos.

Esas etiquetas deberían indicar las instrucciones para satisfacer las necesidades del consumidor, dado que la economía a eso se dedica.

Las preocupaciones a satisfacer, además del precio, muy importante en la economía doméstica, serían los mimbres con los que la empresa crea el producto o servicio. Cuestión trascendental, porque detrás de esos mimbres está la calidad de vida de toda la sociedad.

Esos mimbres que a todos nos afectan son (entre otros muchos):

  • Los salarios que paga la empresa son justos, explota mano de obra infantil o de inmigrantes, paga debidamente las horas extras y seguros sociales. Abusa de contratos temporales, parciales o de obra.
  • La empresa paga sus impuestos, no participa en guaridas fiscales, ni actúa con dinero negro, ni elude impuestos.
  • Sus suministros de materia prima, provienen de empresas que cumplen los requisitos aquí expresados o no, porque solo mira el precio.
  • Su actividad es sostenible o no le importa el ámbito social o medioambiental.
  • Ejerce una actividad de monopolio u oligopolio que influye en los precios del mercado.

Todas estas facetas y otras muchas de las empresas, son medibles y tienen un impacto social del primer orden en nuestras vidas, fomentando o atacando nuestro bienestar social. 

Quiero indicar que el contenido de la ETIQUETA, debe atender a estos ámbitos sociales, tan importantes para cada uno de nosotros, del comportamiento en nuestra sociedad, de las empresas que nos prestan servicio y productos. 

Y que como consumidores empoderados que somos, hemos de tener en cuenta si queremos una sociedad con bienestar social y calidad de vida.

Y lo indicado se puede hacer; ya hay herramientas para ello: Matriz del Bien común y sus instrucciones de cumplimentación. Solo falta un interés político para ponerlo en marcha.

Ya tenemos la etiqueta y a través de ella podremos saber el nivel de aportación de la empresa al bien común, es decir, esta empresa con  616 puntos tiene un nivel muy bueno, aporta mucho al bien común. Porque atiende a los principios constitucionales: Dignidad humana, solidaridad y justicia, sostenibilidad medioambiental, es transparente y atiende a la participación democrática, con sus proveedores, propietarios, trabajadores, clientes, con su competencia y su entorno social.

Tiene un comportamiento social encomiable.

Pero, qué pasa ahora. Pues que a las empresas no les interesa sino su beneficio particular, sin importar si contaminan, o aportan bienestar o malestar socialmente. Se dedican a competir con otras para llegar como triunfo final al monopolio del sector u oligopolio en otro caso. Sin tener en cuenta ni el medioambiente ni la sociedad. Solo acumular dinero que es un medio de pago no un fín.

Hay que reflexionar sobre el poder del consumidor y exigir para ejercerlo un etiquetado que nos defienda de la actitud errónea de muchas empresas, las más grandes sobre todo. Y un ejemplo palmario de esto son los bancos que ejerciendo un oligopolio agresivo y con poder económico y político abusan, sin ética alguna,  de todos nosotros. ¿Porqué no existe banca pública?

En fin, comencemos a exigir etiquetas con información social en los productos y servicios que consumimos. Los consumidores tenemos mucho poder UNIDOS, quizás no lo sabemos valorar adecuadamente.


viernes, 29 de julio de 2022

Impuesto, sanción o aportación

En respuesta y ampliación al editorial de El Comercio de hoy 29/VII/ 2022

Hay quien considera a la proposición de ley relativa al gravamen a los bancos y eléctricas, un impuesto y quien la considera sanción.

En una hipotética y educada sociedad, podría considerarse la posibilidad de que dicho gravamen fuera una aportación, de aquellas empresas con RSC* y ética a raudales, que salen beneficiadas, por diversas causas, en una crisis económica y social globalizada. Así hubiera sido si las empresas aportasen voluntariamente esos 7.000 millones de euros cada dos años al erario público a fin de reducir la desigualdad que nos trajo la guerra, la pandemia quizás consecuencia del cambio climático, la existencia de inoportunos oligopolios, el neoliberalismo económico, todo ello producto de la deseducación reciba globalmente desde hace casi 9 lustros, que se puede resumir en : "Tu sálvate y el que venga detrás que arree"

Pero como las empresas no disponen de semejante cantidad de RSC* ni suficiente ética, hay que aplicarles un impuesto para que la mencionada desigualdad social se reduzca razonablemente. Las constituciones observan medidas para ello y la nuestra también, que dice: "Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general" Por lo que ésta propuesta Gubernamental, muchos la considerarían un impuesto.

Ahora bien, los defensores acérrimos de la libertad de mercado, es decir los neoliberales mencionados, defienden indirectamente la desigualdad social y por ende llaman sanción a lo que debería ser una aportación, que no puede ser por la deseducación social que existe y acaba siendo un impuesto para que esta sociedad no se deshaga con tanta desigualdad que pudiera producir una gran revuelta.

Entiendo que si  las explicaciones de Patxi López y Echenique del gravamen fueran lo suficientemente ideológicas, habrían constituido una Banca Pública y una Empresa Eléctrica Pública que compitiera con esas beneficiadas empresas por el actual sistema económico y comprobaríamos las bondades de la medida. El que si está ideologizado profundamente, pero no se dice, porque se descubre el pastel, es nuestro sistema económico. Claro que también podrían ampliar el período de aplicación del gravamen hasta recuperar los 60.000 millones de euros y sus correspondientes intereses para quedar realmente igualados, con la banca y eléctricas, que prácticamente tienen los mismos accionistas y así realmente tener una desigualdad más pequeña, pero nuestra mala educación nos lo impedirá ¿Verdad Sr. Director?

* Responsabilidad Social Corporativa

lunes, 3 de agosto de 2020

Horeca, United Kingdom y Covid-19

El sector de HOteles, REstaurantes y CAfeterias, Discotecas, Pubs, etc. etc. son un sector que aporta mucho al PIB nacional o sea, que aporta al valor de mercado de la producción final de bienes y servicios turìsticos de España (14,6 %). Aporta valor a la producción y ¿cuanto valor aporta a la población que trabaja en él? Porque lo antedicho (el PIB) mide el valor que se aporta en bienes y servicios producidos, pero no se tiene en cuenta uno de los costes para producirlos, que es la ganancia que reciben sus trabajadores.

Este sector precario y estacional, no en relación al PIB, sino en relación a sus empleados. Debe mejorarse, para que no sea ninguna de las dos cosas, con calidad.

Plantea el dilema anterior la calidad del sector, me refiero al ecosistema turístico y al cultivado capital humano, tan importante en el sector. Estas estratégias de calidad no son baratas y por ende ahorra costes no aplicarlas.

Así puede afirmarse en relación al Covid que un empresario Horeca, se salte las normas Covid porque lo primero es, tal como nos enseña la “Economía” actualmente en vigor, el beneficio empresarial.

La cultura empresarial, que es muy intensa en la crematística, debe fomentarse en el ámbito social, en la Responsabilidad Social Corporativa, debe priorizar la salud y la calidad sobre el beneficio, que no digo que no haya, pero debe tener en cuenta esas prioritarias necesidades si quiere sobrevivir. De otra forma viene un político británico, no muy cuerdo -bien es cierto- y nos pone en cuarentena.

Por otra parte y llevado al extremo esta ausencia de Responsabilidad Social Corporativa, nos llevaría de nuevo a otro brote del virus.

Es comprensible que los ingleses teman visitar España para tirarse por sus balcones o caer en coma etílico. Ese turismo no interesa. Cuando tenemos ese turismo (y a este trozo de sector va mi crítica) es que no se está teniendo en cuenta nada de lo que rodea al turismo de calidad, excepto el beneficio empresarial.

He abusado de los extremos para que nos quedemos en el medio, que ahí está la virtud, y en resumen formar, no solo a los trabajadores del sector, sino también a algunos empresarios. Y por tanto, hacer de este sector que sea de calidad, desestacional y sostenible todo el ejercicio económico. Para ello es preciso la colaboración y la crítica de todos sus “stakeholders” o partes interesadas: Empresarios, trabajadores y los representantes de ambos y Administración.

Precisamos una urgente innovación de un importante sector nacional de nuestra Oikonomía no de nuestra “Economía” al uso.