Con ese título, un abogado escribe en El Comercio del lunes 11 de Julio que: "el Estado es una institución de robo a gran escala y que los impuestos son tan solo un sistema que sirve para que los políticos y burócratas roben el dinero de los ciudadanos y los despilfarren de manera vergonzosa" -añade- ¡Que gran verdad!
Y se queda tan fresco. Puntualiza más adelante "el Gobierno de Pedro Sánchez nos roba todos los días" y remata con "Por pagar, pagamos hasta la tarta y los zumos de naranja naturales que se toma Irene Montero en el Ministerio"
Digo yo que no quiso tener en cuenta el señor letrado, las bondades del Gobierno que critica tan duramente, como: Rebaja del IVA de la luz, bonificación de los carburantes, incremento de pensiones no contributivas, Ertes que salvaron empresas y trabajadores, SMI más digno, contratos indefinidos, reducción del paro e incremento de cotizantes a la Seg. Social.
Claro que seguramente estaba pensando en el Gobierno de M. Rajoy (quizás aún, desconocido para la judicatura) y en la corrupción de su partido y de la mayoría de los Ministros suyos y de Aznar, las cloacas de su Estado, que además atentan contra la propia democracia del país y cuyos brazos se extienden a la Policía "patriótica", parte del Poder Judicial, ciertos medios de comunicación, o más bien de intoxicación, todo ello aliñado, como no podría ser de otra manera, porque lo requerían las circunstancias, desde un Gobierno que también pagábamos todos y se dedicó en exclusiva a gestionar y fomentar las mencionadas acciones de corrupción, las cloacas del Estado y esto, esto es lo verdaderamente caro y que pagamos todos, señor letrado.
Tachar al Estado de ladrón cuando lo dirige quien a usted no le gusta, no es un argumento político de peso, es propaganda barata y basura a la que nos tenía muy acostumbrados los gobiernos del PP y su prensa afín, desde las mencionadas cloacas del Estado, que tan magistralmente manejaban en el PP.
Lo caro para un Estado y un Gobierno, son las ya mencionadas: corrupción y cloacas, la economía sumergida y la existencia de guaridas fiscales, que no paraísos, así los denominan sus creadores. Y la falta de ética, solidaridad, dignidad y democracia participativa. Esto es lo auténticamente carísimo y lo tenemos que pagar todos, además de soportar sus nefastas lecciones políticas.