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miércoles, 22 de enero de 2025

En el sistema económico y en la profundización de la democracia está el quid de la cuestión

   Que ahora tengamos que sufrir las obscenidades económicas de Donald, es consecuencia de las facilidades dadas desde los gobiernos centristas europeos, durante décadas, comprando, es decir, compartiendo, algunas de las medidas neoliberales menos sociales.

   Aceptar que competir es mejor que colaborar es la imbecilidad más grande, pero aceptada por casi todos, siendo como somos los humanos, seres eminentemente sociales.

   Que un medio, como es el dinero, se convierta en un fin es la tropelía mayoritariamente aceptada. 

  Que las empresas deben perseguir el máximo beneficio, se estudia en las Escuelas de Crematística (me niego a llamarlas de Económicas) desde hace 50 años. 

  Creer que la ausencia de impuestos beneficia la economía es una estupidez y que el mercado se regula solo, que hay que darle rienda suelta, otra. Igual que cuando nos dicen que es bueno que el capital extranjero venga a nuestro país; los inversores vienen siempre a hacernos favores.

   Pues de estos antiguos polvos, tenemos el lodazal repleto en la actualidad. 

   Llevamos demasiado tiempo sin comprender que lo que precisa el mundo es un cambio de sistema económico, que ya sé que es tarea difícil y lenta, pero imprescindible y creo que se ve cada día que pasa con más claridad.

   Los partidos de izquierdas, al menos deberían tomar nota de esto y comenzar a implementar ese sistema alternativo pensado no en la acumulación de dinero, sino pensado en las personas y su bienestar, que para eso están en política. 

   Y sobre todo y más principal, para defender la democracia. Ésta es demasiado representativa y poco, muy poco directa. Es decir, se debe preguntar más al pueblo y hacerle partícipe de las decisiones políticas que nos gobernarán. 

   En el sistema económico y en la profundización de la democracia está el quid de la cuestión



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