Hacer dentro del partido lo que se hace en la sociedad, es decir: Que voten cada cuatro años y silentes el resto del tiempo, es abandonar la militancia, dejarla sola, huérfana, sin que pueda participar en la marcha del partido y del gobierno, cuando ese partido forme parte de él.
Sin que sepa nada o muy poco de su actividad parlamentaria, ni pueda departir, discutir, presentar alternativas y así dejar de construir la democracia dentro del partido, impidiendo la participación de abajo a arriba, es dejar al partido sin movimiento (muerto) sin que sea el elemento de transmisión de la opinión, necesidades y anhelos de los ciudadanos hacia la organización que nos damos.
Así dejamos de darnos normas; se nos imponen y aparece el "cesarismo" un autoritarismo leve que no tiene en cuenta ni la opinión ni a la gente que dice representar.
Que esta actitud es propia de nosotros mismos, del pueblo, puede que sí, que nuestra comodidad (pensar cuesta mucho) nos lleva a dejar en manos de la dirección el devenir del partido, aún así es un gran error, que hay que evitar, porque atenta contra la democracia interna del partido, el espíritu crítico de sus miembros y se deja de construir de abajo a arriba, con lo que se pierde la educación democrática de sus componentes y la democracia empieza a diluirse.
Círculos, hay que rehacer los círculos, éstos son centros de movimiento, de educación política, tan necesaria, y entes de innovación, de información, formación y creación de nuevas políticas, nacidas de la base, del pueblo.
Además de rehacerlos hay que rehacerlos activos, participativos, transparentes e influyentes en la organización, para que sea la militancia, el pueblo, el que intervenga en la gobernanza tanto del partido como del gobierno en que pueda participar el mismo.
Creo que Juan Torres, dice algo parecido aquí (léanlo es interesantísimo) trata de lo que le pasa a la izquierda a través del PSOE andaluz, se refiere a que dejar que el gobierno lo sea todo y subordinar el partido a su acción y decisiones. Que fue lo que fizo Podemos n'Asturies.
Así el partido se convierte en una estructura "cesarista" y su voluntad se pliega a las decisiones del césar.
El partido deja de ser tal, de tener vida propia, sus miembros no son útiles, no se les anima a pensar y consecuentemente se gobierna sin partido, sin bases, sin ciudadanía.
La construcción de abajo a arriba no existe y se tambalea la democracia dentro de la organización política.
Hay que estar educando, pinchando, incentivando la acción de las bases, para que la construcción del partido y gobierno (si procede) vaya en la dirección adecuada, de abajo a arriba: La acción colectiva de la base es la que debe gobernar.
En otro caso no es democracia, la gobernanza.